Donde más aprende un facilitador es sin duda en los talleres, ya sean de padres o de docentes. Todas las aportaciones y reflexiones de cada uno de los asistentes ayudan a construir un mapa mental donde cada pieza, unida al propio conocimiento, comienza a encajar.
Cuando realizas talleres con profesores de Secundaria, y coinciden en la falta de motivación del alumnado, en la necesidad de mejorar habilidades sociales y emocionales, afirman que ni premios ni castigos mueven al niño a cooperar, y manifiestan su interés y deseo en hacer su trabajo de otra manera a fin de ayudar a los alumnos de una manera más humana, y por ende, más acorde con nuestra propia naturaleza...cuando esto ocurre, sin duda estamos en un proceso de cambio, un proceso de cambio que como me comentaba el lunes pasado un director de un instituto de Marbella, es de los que duran, porque no viene impuesto, porque surge de la motivación intrínseca de la persona.
"¿Qué les ocurre a nuestros niños de hoy? Esto antes no pasaba..." Esta frase se oye continuamente en la formación, indistintamente de padres o profesores.
Desde mi punto de vista, estamos en un momento de confusión sobre el uso de herramientas educativas y una falta de consciencia, posiblemente por falta de información, sobre lo que nuestras acciones provocan en los niños.
El ser humano nace inmaduro a nivel cerebral. Entender este concepto, algo que el resto de animales asume fácilmente con los de su misma especie, a nosotros nos cuesta grandes esfuerzos, y la no asunción de esta premisa, supone un daño para el infante, un daño que puede evitarse con la formación y el conocimiento adecuado.
Nacemos con un exceso de neuronas, la mayoría de ellas ubicadas en el hemisferio derecho, lo que indica que durante la infancia la plasticidad cerebral del hemisferio derecho es altísima; es el momento de trabajar todas las habilidades y capacidades que este hemisferio puede darnos. A los 5 años de edad se produce la primera poda neuronal, de manera automática, lo que indica que lo que no hayamos trabajado adecuadamente, el cerebro lo desechará sin ningún tipo de miramiento. ¡Pero ojo! Trabajar adecuadamente el hemisferio derecho, no el hemisferio izquierdo, que estará en su punto propicio de madurez visto desde un punto de vista de escolarización, a partir de los 7 años.
Esto es maravilloso, quiere decir que el niño cuando nace, está listo para ser lo que es, un niño, y no para ser adulto. Viene preparado para trabajar en los primeros años de vida la imaginación. ¿ Por qué la imaginación? Porque la necesitará en primaria para poder comprender la lectura y realizar posteriormente un comentario de texto narrativo y crítico, no quedando de este modo encasillado en el comentario descriptivo.
Viene preparado para escuchar en voz alta cuentos, historias y narraciones ¿ Por qué en voz alta? Porque adquiere semántica y léxico, ya que el girus supramarginalis madura antes de los 5 años, lo que favorece la predisposición de los niños a asimilar estos contenidos y crear así redes hebbianas sólidas que no serán podadas posteriormente. El desarrollo del léxico y la semántica repercutirá positivamente no sólo en áreas lingüísticas, sino también en ciencias, por ejemplo para una buena comprensión de problemas matemáticos.
Con la lectura en voz alta, además, los niños se familiarizan con la prosodia de la lectura, lo que implica que cuando tengan que leer en primaria y secundaria, podrán llevar la melodía adecuada del texto.
Acercamos el placer por la lectura, sin presión, de manera divertida, abriendo así una puerta para cuando estén realmente listos para aprender a leer.
El niño aprende mediante retos, movido por la curiosidad, instinto del ser humano y que nos ha permitido llegar, para bien o para mal, a este punto de desarrollo; aprende indagando, manipulando, tocando, oyendo...
Un niño de 20 meses NO está preparado para hacer fichas, por mucho que nos guste recoger un cuadernillo lleno de trabajos realizados por nuestros pequeños al final del trimestre.
La conciencia fonológica de las palabras y del sonido, imprescindible para poder leer, depende en parte del girus angularis, ubicado entre los lóbulos parietal, temporal y occipital, lo que implica que no tiene un momento exacto de maduración, ésta es muy paulatina; se estima que entre los 5 a los 7/8 años, dependiendo de los genes y de lo enriquecido que sea el contexto en el que el niño se mueva.
La escritura comprende dos procesos: el motor y el proceso mental. Un niño que no tiene una "buena grafía" con 5, 6, 7 años, NO tiene porqué tener ningún problema añadido, es que aún no se han producido las conexiones necesarias entre el cerebelo, los ganglios basales y el lóbulo frontal, responsables de esa acción motora.
Querer adelantar todos estos procesos haciendo un refuerzo del hemisferio izquierdo antes de tiempo, impide que el niño tenga un acercamiento placentero y gratificante al aprendizaje.
Antes de los 7 años, si trabajamos adecuadamente la plasticidad del hemisferio derecho, habremos sentado las bases necesarias sobre las que poder edificar un alto edificio durante la etapa de primaria y secundaria.
¿Qué hacemos cuando los niños no cumplen los objetivos que el adulto considera adecuados para su edad? Intentar controlar la conducta, mediante el premio o el castigo. ¿Qué conseguimos en el infante? Que cada vez se sienta más desconectado del amor por el aprendizaje, ya que éste se convierte en el obstáculo para conseguir un premio o en la carga que debe soportar si no quiere recibir un castigo...hasta que llega a Secundaria, con todas las complicaciones que esta etapa conlleva, con la producción de una segunda poda neuronal a partir de los 10 años, y es entonces cuando por fin comprendemos que NO podemos controlar la conducta humana, que los riesgos a largo plazo son muy altos.
Cuando el niño llega a Secundaria es muy facil que no sepa lo que quiere, hemos ido enterrando poco a poco, mediante la manipulación, su motivación intrínseca; hemos exigido conductas en momentos de desarrollo biológico inadecuados, creándoles sentimiento de culpa por no realizarlas correctamente, obviando el enfoque en soluciones y haciendo primar el castigo.
¿Qué podemos hacer? Enfocarnos en la colaboración con el niño, lo que implica el desarrollo por ambas partes de habilidades y capacidades emocionales, sociales y de comunicación. Vivimos en un país democrático, el primer lugar donde la democracia debiera estar instaurada es en el seno familiar y en el centro educativo, sólo así podremos hacer un buen uso de la misma.
Cuando usamos herramientas manipulativas para que el niño colabore, nos alejamos de la motivación intrínseca del pequeño, y enmascaramos la ventana que nos está abriendo a una investigación sobre el problema y al posterior enfoque en soluciones.
Por otro lado, tenemos la cantidad de estímulos que los niños reciben desde que son muy pequeños y que generan confusión en el aprendizaje, además de grandes barreras. Me refiero al estímulo audiovisual; es complicado querer leer un libro si paso horas delante de una Tablet donde la calidad de imágenes, sonido y sorpresa es un auténtico regalo a mi sistema de recompensa natural, y crea una gran desventaja a los ya clásicos libros.
No podemos olvidar el tercer pilar sobre el que se asienta el bienestar infatil, el poder público, que por mucho que reflexiono, aún no puedo llegar a entender cómo permite la emisión en horario infantil de programas, series y dibujos donde se fomentan y normalizan conductas violentas infantiles, vocabulario soez, faltas de respeto continuas entre personajes...todo esto crea redes hebbianas responsables del aprendizaje y de la conducta en el ser humano. Reflexionemos sobre la cantidad de horas que los niños ven la televisión y las conductas que asumen como adecuadas.
Y luego entramos en los videojuegos, donde la violencia es totalemente explícita, robos, violaciones, asesinatos...
Si nos queremos centrar en solucionar el acoso escolar, la violencia, las faltas de respeto...tenemos que echar una mirada al lugar y personas donde los niños interpretan que estas conductas, por una u otra razón, tienen licencia, y hoy día son muchas las fuentes en las que los niños normalizan las acciones violentas y agresivas.
Si nos queremos centrar en solucionar el acoso escolar, tenemos que reflexionar sobre cómo trabajamos la agresividad en los niños desde la edad más temprana, ¿qué herramientas alternativas de gestión de rabia les proporcionamos? ¿ somos firmes ante todas las conductas? O asumimos que muchas de ellas "son cosas de niños". ¿Entendemos la creencias detrás del comportamiento y trabajamos con ella? ¿ Tenemos la constancia suficiente como para crear una red hebbiana nueva en este niño?
El bienestar de un niño, el mayor tesoro que un país pueda tener, se sustenta en tres pilares: la familia, el centro educativo y el poder público. La formación sobre la conducta humana de estos tres pilares es imprescindible si queremos una sociedad emocionalmente sana y rica en valores, elementos de los que, a la vista de los acontecimientos ocurridos en los últimos años por nuestros representantes políticos estamos muy necesitados.
Los niños y la educación son la oportunidad que tenemos para crear una sociedad mejor, y todos los que estamos en contacto con ellos, en cualquier ámbito, influimos en su modo de ver e interpretar la vida. Esta enorme responsabilidad necesita unas bases sólidas sobre las que asentarse.
Como decía Rudolf Dreikurs, "no existen males creados por la democracia que no puedan ser curados con más democracia."
Referencias: Doctora Amanda Céspedes/ El nuevo mapa del cerebro, de Rita Carter