lunes, 24 de agosto de 2015

EL CEREBRO EN LA PALMA DE LA MANO


 
Con esta dinámica profundizaremos en el autoconocimiento. Es fundamental saber cómo funcionamos para poder trabajar con nuestras emociones y conductas.

La finalidad de este ejercicio es que los niños entiendan porqué ante determinadas situaciones nos comportamos de una determinada manera, que en ocasiones, puede llegar a ser hiriente para nosotros mismos y para los demás.

Asimismo, los pequeños entenderán también el porqué de determinados comportamientos por parte de sus amigos, padres y personas cercanas, elemento necesario para la adquisición de la toma de perspectiva y posterior empatía

Cuando un niño se siente atacado, y fruto de esta emoción reacciona mediante una conducta inadecuada ( conducta defensiva natural, propia de nuestra amígdala cerebral), es muy probable que posteriormente se sienta mal, se sienta culpable. La idea de esta dinámica es que el niño entienda que este tipo de conductas son inherentes al ser humano, que forman parte de nuestro sistema de supervivencia; todos, en un momento dado, podemos tener respuestas equivocadas. Identificando la respuesta inadecuada, el pequeño, con las herramientas que irá adquiriendo, podrá sustituir estas reacciones por otras más respetuosas para él y para su entorno.

Es muy importante que el adulto tenga claro que por nuestra propia naturaleza, siempre que identifiquemos una conducta como amenazante, aunque ésta no lo sea, nuestro sistema de defensa se pondrá automáticamente en marcha, de ahí las respuestas impulsivas de los pequeños ( y de muchos adultos). Sólo un trabajo continuado por parte de los cuidadores, de autoconocimiento y auto regulación, unido a la correspondiente madurez de cada etapa evolutiva, ayudará a los niños a la adquisición de otras vías más respetuosas para ellos mismos y para su entorno a la hora de expresar sus emociones.

Pongo un ejemplo: María está jugando con su muñeca y llega su hermana Lucía y se la quita. Automáticamente la amígdala de María la hará reaccionar, ya que su instinto de territorialidad ( mi muñeca) se ha visto atacado. Es posible que tenga una reacción ofensiva ( las respuestas amigdalinas son: defensiva, ofensiva, sumisión o inhibición))que es un mecanismo, tal como hemos visto, natural e inherente al ser humano. En este momento María no podrá razonar adecuadamente sobre su reacción, ya que está en modo "supervivencia"; habrá que esperar a que se calme para poder hablar tranquilamente sobre lo sucedido y enseñarle vías diferentes para gestionar su rabia. Por supuesto, a Lucía también hay que enseñarle cómo pedir las cosas adecuadamente. Cambiamos LA CULPA por la COMPRENSIÓN y el ENFOQUE EN SOLUCIONES hacia personitas que están desarrollando habilidades emocionales y sociales, pero que aún carecen de las herramientas suficientes para hacerlo adecuadamente.

 Se recomienda que el padre o madre  escriba los nombres de los tres sistemas cerebrales en una pizarra, folio, o los represente
gráficamente en función de la edad de los pequeños; realice representaciones teatrales, use un peluche o muñeco que sea un cocodrilo, otro un elefante, mono u otro mamífero, y otro que sea un ser humano…a fin de que la información se interiorice  mejor. Esta dinámica se ha realizado con niños de tres años en adelante, obteniendo resultados maravillosos. En función de la edad se irá adaptando el vocabulario.

Con la palma de la mano abierta alzamos el brazo, invitamos a los niños a que hagan lo mismo,  y exponemos:

Imaginaos que la mano es el cerebro. En el cerebro podemos distinguir tres sistemas: el cerebro cocodrilo o instintivo, que es el más antiguo, el cerebro mamífero o emocional, que puede ser un elefante o un mono, sensible, con mucha memoria; y el cerebro humano, cognitivo-ejecutivo.

El cerebro cocodrilo sería la muñeca, el cerebro mamífero el dedo pulgar, y el cerebro humano los cuatro dígitos restantes.

Para que las personas podamos actuar adecuadamente, sin estar enfadadas, sin faltar al respeto y expresando nuestros deseos de una manera idónea, es necesario que exista una conexión de los tres sistemas cerebrales, es decir, que el cerebro humano, contenga al cerebro mamífero y al cerebro reptil, de modo que el puño estará cerrado.



¿Qué ocurre cuando estamos muy enfadados? Que el cerebro humano se desconecta de los otros dos sistemas cerebrales. El cocodrilo se defiende, y ¿qué hace un cocodrilo? Ataca. Por eso cuando estamos muy enfadados hacemos y decimos cosas que en momentos de conexión plena no haríamos ni diríamos.

En este momento de la explicación, mantenemos la palma de la mano abierta.

Exponemos alguna situación nuestra en la que actúa el cerebro cocodrilo y solicitamos al niño que nos explique alguna otra en la que piensa que actúa su cerebro cocodrilo. Ejemplo: cuando gritan, empujan, insultan…

¿Qué ocurre cuando alguien dice o hace algo y nos sentimos triste? ( ojo con la forma de enunciar esta pregunta. No hago responsable a la otra persona de mis sentimientos. Soy yo quien me siento triste, aunque haya sido motivado por un hecho ajeno) Que el cerebro humano vuelve a desconectarse (abrimos nuevamente la palma de la mano), y en este caso es el cerebro emocional, el elefante que es tan sensible, el que se encuentra mal, pudiendo en ocasiones dejarse llevar durante mucho tiempo por un sentimiento o emoción; o el mono que es tan inquieto y a veces no puede parar de moverse.

Exponemos alguna situación nuestra en la que actúa el cerebro mamífero y solicitamos a los niños que nos expliquen alguna otra en la que piensan que actúa su cerebro emocional

¿Qué debemos hacer cuando quien rige nuestro comportamiento es el cerebro reptil o emocional? Conseguir la conexión plena mediante un tiempo fuera positivo (esta dinámica se explicará en otro momento. NO es la sillita de pensar ni ningún tipo de castigo enmascarado).

Una vez que se ha comprendido e interiorizado este ejercicio, la idea es poder hacer uso de él cuando el pequeño o el adulto se encuentran desconectados, con la palma de la mano abierta, es decir, actuando en modo supervivencia (cerebro instintivo y emocional); de tal modo, que un niño pueda decirle a otro: “Ahora mismo estoy así (palma de la mano abierta) y es mejor que no hablemos del tema, necesito tranquilizarme”. Llegará un momento en que el simple gesto de la palma de la mano abierta indicará a los integrantes de la situación concreta,  que no es momento de solucionar altercados, sino que es el momento de tomarse un tiempo fuera positivo.

 

A TENER EN CUENTA:
 

·         Debemos evitar emitir juicios sobre las conductas que los niños expresen. Recordemos que no se trata de juzgar, el objetivo primordial de este ejercicio es la identificación de conductas. Cuando los pequeños identifiquen conductas inadecuadas podrán reflexionar sobre ellas, y entonces enfocarse en la búsqueda de soluciones respetuosas.

 

·         Lo más importante de las herramientas y contenido de inteligencia emocional e instintiva es la actitud del adulto ante los infantes, la cual debe ser de comprensión y colaboración. Un niño tiene un comportamiento inadecuado porque no sabe hacerlo de otra manera, y el docente dentro del aula, o los padres en el ámbito familiar, tenemos la capacidad de enseñarles otras vías. Si vemos así las situaciones vividas con los niños, nuestra actitud hacia ellos también cambiará, y nuestra amígdala, responsable de las respuestas defensiva, no se sentirá atacada.



Fuentes: Artículos varios de Disciplina Positiva, El Cerebro del Niño, de Daniel Siegel