Con esta dinámica profundizaremos
en el autoconocimiento. Es
fundamental saber cómo funcionamos para poder trabajar con nuestras emociones y
conductas.
La finalidad de este ejercicio es
que los niños entiendan porqué ante determinadas situaciones nos comportamos de
una determinada manera, que en ocasiones, puede llegar a ser hiriente para
nosotros mismos y para los demás.
Asimismo, los pequeños entenderán
también el porqué de determinados comportamientos por parte de sus amigos, padres y
personas cercanas, elemento necesario para la adquisición de la toma de perspectiva y posterior empatía
Cuando un niño se siente atacado,
y fruto de esta emoción reacciona mediante una conducta inadecuada ( conducta defensiva natural, propia de nuestra amígdala cerebral), es muy
probable que posteriormente se sienta mal, se sienta culpable. La idea de esta
dinámica es que el niño entienda que este tipo de conductas son inherentes al
ser humano, que forman parte de nuestro sistema de supervivencia; todos, en un
momento dado, podemos tener respuestas equivocadas. Identificando la respuesta
inadecuada, el pequeño, con las herramientas que irá adquiriendo, podrá
sustituir estas reacciones por otras más respetuosas para él y para su entorno.
Es muy importante que el adulto tenga claro que por nuestra propia naturaleza, siempre que identifiquemos una conducta como amenazante, aunque ésta no lo sea, nuestro sistema de defensa se pondrá automáticamente en marcha, de ahí las respuestas impulsivas de los pequeños ( y de muchos adultos). Sólo un trabajo continuado por parte de los cuidadores, de autoconocimiento y auto regulación, unido a la correspondiente madurez de cada etapa evolutiva, ayudará a los niños a la adquisición de otras vías más respetuosas para ellos mismos y para su entorno a la hora de expresar sus emociones.
Pongo un ejemplo: María está jugando con su muñeca y llega su hermana Lucía y se la quita. Automáticamente la amígdala de María la hará reaccionar, ya que su instinto de territorialidad ( mi muñeca) se ha visto atacado. Es posible que tenga una reacción ofensiva ( las respuestas amigdalinas son: defensiva, ofensiva, sumisión o inhibición))que es un mecanismo, tal como hemos visto, natural e inherente al ser humano. En este momento María no podrá razonar adecuadamente sobre su reacción, ya que está en modo "supervivencia"; habrá que esperar a que se calme para poder hablar tranquilamente sobre lo sucedido y enseñarle vías diferentes para gestionar su rabia. Por supuesto, a Lucía también hay que enseñarle cómo pedir las cosas adecuadamente. Cambiamos LA CULPA por la COMPRENSIÓN y el ENFOQUE EN SOLUCIONES hacia personitas que están desarrollando habilidades emocionales y sociales, pero que aún carecen de las herramientas suficientes para hacerlo adecuadamente.
Es muy importante que el adulto tenga claro que por nuestra propia naturaleza, siempre que identifiquemos una conducta como amenazante, aunque ésta no lo sea, nuestro sistema de defensa se pondrá automáticamente en marcha, de ahí las respuestas impulsivas de los pequeños ( y de muchos adultos). Sólo un trabajo continuado por parte de los cuidadores, de autoconocimiento y auto regulación, unido a la correspondiente madurez de cada etapa evolutiva, ayudará a los niños a la adquisición de otras vías más respetuosas para ellos mismos y para su entorno a la hora de expresar sus emociones.
Pongo un ejemplo: María está jugando con su muñeca y llega su hermana Lucía y se la quita. Automáticamente la amígdala de María la hará reaccionar, ya que su instinto de territorialidad ( mi muñeca) se ha visto atacado. Es posible que tenga una reacción ofensiva ( las respuestas amigdalinas son: defensiva, ofensiva, sumisión o inhibición))que es un mecanismo, tal como hemos visto, natural e inherente al ser humano. En este momento María no podrá razonar adecuadamente sobre su reacción, ya que está en modo "supervivencia"; habrá que esperar a que se calme para poder hablar tranquilamente sobre lo sucedido y enseñarle vías diferentes para gestionar su rabia. Por supuesto, a Lucía también hay que enseñarle cómo pedir las cosas adecuadamente. Cambiamos LA CULPA por la COMPRENSIÓN y el ENFOQUE EN SOLUCIONES hacia personitas que están desarrollando habilidades emocionales y sociales, pero que aún carecen de las herramientas suficientes para hacerlo adecuadamente.
Se recomienda que el padre o madre escriba los nombres de los tres sistemas cerebrales
en una pizarra, folio, o los represente
gráficamente en función de la edad de
los pequeños; realice representaciones teatrales, use un peluche o muñeco que
sea un cocodrilo, otro un elefante, mono u otro mamífero, y otro que sea un ser
humano…a fin de que la información se interiorice mejor. Esta dinámica se ha realizado con niños
de tres años en adelante, obteniendo resultados maravillosos. En función de la
edad se irá adaptando el vocabulario.
Con la palma de la mano abierta
alzamos el brazo, invitamos a los niños a que hagan lo mismo, y exponemos:
Imaginaos que la mano es el cerebro. En el cerebro podemos
distinguir tres sistemas: el cerebro
cocodrilo o instintivo, que es el más antiguo, el cerebro mamífero o emocional,
que puede ser un elefante o un mono, sensible, con mucha memoria; y el cerebro
humano, cognitivo-ejecutivo.
El cerebro cocodrilo sería la
muñeca, el cerebro mamífero el dedo pulgar, y el cerebro humano los cuatro
dígitos restantes.
Para que las personas podamos actuar adecuadamente, sin estar enfadadas, sin faltar
al respeto y expresando nuestros deseos de una manera idónea, es necesario que
exista una conexión de los tres sistemas
cerebrales, es decir, que el cerebro humano, contenga al cerebro mamífero y al
cerebro reptil, de modo que el puño estará cerrado.
¿Qué ocurre cuando
estamos muy enfadados? Que el cerebro humano se
desconecta de los otros dos sistemas cerebrales. El cocodrilo se defiende, y
¿qué hace un cocodrilo? Ataca. Por eso cuando estamos muy enfadados hacemos y
decimos cosas que en momentos de conexión plena no haríamos ni diríamos.
Exponemos alguna situación
nuestra en la que actúa el cerebro cocodrilo y solicitamos al niño que nos
explique alguna otra en la que piensa que actúa su cerebro cocodrilo. Ejemplo:
cuando gritan, empujan, insultan…
¿Qué ocurre cuando alguien
dice o hace algo y nos sentimos triste? ( ojo con la forma de enunciar esta
pregunta. No hago responsable a la otra persona de mis sentimientos. Soy yo
quien me siento triste, aunque haya sido motivado por un hecho ajeno) Que el cerebro humano vuelve a
desconectarse (abrimos nuevamente la palma de la mano), y en este caso es el
cerebro emocional, el elefante que es tan sensible, el que se encuentra mal,
pudiendo en ocasiones dejarse llevar durante mucho tiempo por un sentimiento o
emoción; o el mono que es tan inquieto y a veces no puede parar de moverse.
Exponemos alguna situación
nuestra en la que actúa el cerebro mamífero y solicitamos a los niños que nos
expliquen alguna otra en la que piensan que actúa su cerebro emocional
¿Qué debemos hacer cuando
quien rige nuestro comportamiento es el cerebro reptil o emocional? Conseguir
la conexión plena mediante un tiempo fuera positivo (esta dinámica se explicará en otro momento. NO es la sillita de pensar ni ningún tipo de castigo enmascarado).
Una vez que se ha comprendido e
interiorizado este ejercicio, la idea es poder hacer uso de él cuando el pequeño o el adulto se encuentran desconectados, con la palma de la mano abierta,
es decir, actuando en modo supervivencia (cerebro instintivo y emocional); de
tal modo, que un niño pueda decirle a otro: “Ahora mismo estoy así (palma de
la mano abierta) y es mejor que no hablemos del tema, necesito tranquilizarme”.
Llegará un momento en que el simple gesto de la palma de la mano abierta
indicará a los integrantes de la situación concreta, que no
es momento de solucionar altercados, sino que es el momento de tomarse un tiempo fuera
positivo.
A TENER EN CUENTA:
·
Debemos evitar emitir juicios sobre las conductas que los
niños expresen. Recordemos
que no se trata de juzgar, el objetivo primordial de este ejercicio es la
identificación de conductas. Cuando los pequeños identifiquen conductas inadecuadas
podrán reflexionar sobre ellas, y entonces enfocarse en la búsqueda de
soluciones respetuosas.
·
Lo
más importante de las herramientas y contenido de inteligencia emocional e
instintiva es la actitud del adulto ante
los infantes, la cual debe ser de comprensión y colaboración. Un niño tiene un
comportamiento inadecuado porque no sabe hacerlo de otra manera, y el docente
dentro del aula, o los padres en el ámbito familiar, tenemos la capacidad de enseñarles otras vías. Si vemos así las
situaciones vividas con los niños, nuestra actitud hacia ellos también cambiará, y nuestra amígdala, responsable de las respuestas defensiva, no se sentirá atacada.
Fuentes: Artículos varios de Disciplina Positiva, El Cerebro del Niño, de Daniel Siegel
Fuentes: Artículos varios de Disciplina Positiva, El Cerebro del Niño, de Daniel Siegel