sábado, 12 de diciembre de 2015

EMOCIONES EN 6º DE PRIMARIA

Los siguientes cuadros no serían tan interesantes si no fuese porque han sido elaborados por alumnos de 6º de Primaria, de un bonito pueblo del interior malagueño, guiados por su profesora, formada en Neurosicoeducación y Disciplina Positiva.

De nuevo, sobran las palabras ante el trabajo realizado en esta clase. Niños identificando emociones, ampliando el vocabulario emocional, asociando una emoción a una respuesta corporal, y reflexionando sobre cómo les habría gustado actuar de no haber estado "cocodrilo"... me quedo con una de las reflexiones de uno de los alumnos sobre la ira: " relajarme y no pegar" y con otra sobre lo que me hace sentir triste: " cuando pienso que la vida no tiene sentido"...cuando consigamos que la conexión esté por encima de la reacción, podremos llegar a la creencia errónea que se esconde detrás de una conducta inadecuada, y cuando tomemos consciencia de que la mayoría de respuestas disruptivas se producen porque  los niños ( y adultos) no hemos sabido hacerlo de otra manera en ese momento, los castigos dejarán de producirse, abriendo la puertas al  enfoque en soluciones.

Otra vez, gracias por tanto aprendizaje compartido, es un auténtico honor :)








NOTA: He tenido que cambiar parte del formato original para mantener la información íntegra





jueves, 26 de noviembre de 2015

CARLITOS EN CUALQUIER CLASE DE 5º DE PRIMARIA

     En esta ocasión no seré yo la que escriba, me siento muy feliz de poder compartir las preciosas palabras que narran el testimonio de una profesora de un bonito pueblo de la Serranía de Ronda.
 
     Hace un mes aproximadamente tuve la oportunidad, a través del Cep de Ronda, de impartir formación a un grupo de profesores llenos de ganas de aprender y compartir experiencias.
 
     Iré publicando distintos testimonios, (actualmente siguen formándose profesores a través del Cep de Marbella Coín ) porque pienso que sería una pena no compartir lo que muchos docentes de nuestro país están haciendo en sus aulas.
 
     Cuando lo que compartes es conocimiento, las personas que lo reciben multiplican tu trabajo, ya que tienen una maleta llena de experiencias enriquecedoras que dan más sentido a todo lo que tú como facilitadora aportas; y los alumnos añaden valor a la labor del docente, y así, en un contexto de confianza en los alumnos, en el proceso y en nosotros mismos, podemos ir sustituyendo el castigo y la culpa por el enfoque en soluciones y la empatía...y sin darnos cuenta, la guerra por la paz.
 
     Gracias a todos los papás y mamás, docentes, asesores educativos y personal de entidades públicas, que hacéis que este camino sea posible.
 
    Sin más, aquí va el testimonio. No he cambiado ni una coma:
 
 
CARLOTA
De nuevo, sin ser esta la dinámica elegida, se presentó una situación que me decidió ponerla en práctica. La realicé con mi tutoría de 5º de Primaria.
El lunes 16 de noviembre, no podíamos empezar la clase como un lunes cualquiera, como si nada hubiera pasado; porque desgraciadamente en París se produjeron unos acontecimientos que todos bien conocemos, causando una verdadera masacre de la que debíamos hablar.
Por muy cruel que parezca, soy de la opinión que no podemos dejar a los niños/as al margen de las cosas que ocurren en el mundo. Desde mi punto de vista, ocultándoles la realidad, no le hacemos ningún bien; el mundo es un lugar maravilloso y terrible a la vez y debemos de mostrarlo para crear en ellos el sentido crítico hacia las cosas que suceden,  por muy duras que sean. Enfrentarlos a la realidad les proporcionará información para actuar.
Estuvimos hablando un buen rato sobre los hechos, se abrió un interesante debate del que surgieron reflexiones muy maduras y sensatas (incluso para su edad), y que nos llevó a continuar charlando sobre la violencia en general. Como estamos trabajando unos caligramas usando la letra de una preciosa canción compuesta por Manuel Carrasco y cantada a dúo con Malú (“Que nadie”), para el próximo 25 de noviembre (“Día Internacional contra la Violencia de Género”); la charla nos condujo a hablar también de las mujeres que habían muerto en España ese mismo fin de semana a manos de sus propias parejas. Y esto, nos llevó a darnos cuenta de que desgraciadamente, la violencia está muy cerca de nosotros,  en nuestro país e incluso en nuestro colegio (en las aulas, en el patio de recreo); pero que estamos tan acostumbrados a ser testigos de esas situaciones, que no nos parecen actos violentos ni se les da la importancia que merecen.  Y no solo hablamos de violencia física  sino de la violencia verbal que también hace mucho daño y no la vemos como tal.
Aprovechando esta coyuntura les propuse hacer la dinámica de “CARLOTA”.
Dibujé a “Carlota” en un papel y les pedí que compartieran en voz alta frases que supieran que al decírselas a “Carlota”, le iban a hacer daño.  Y comencé a arrugar el papelito con cada frase expresada.
Al principio las frases eran simples insultos o adjetivos en tonos despectivos: tonta, gorda, torpe, “gafotas”…
 
 
Pero dejaron de ser tan simples y espontáneas y ahora parecían  formar parte de sus propias experiencias vividas:
·         Vete de nuestro grupo
·         Vete de aquí
·         Deja de hablar a “Carlota”
·         Tienes menos cerebro que un mosquito
·         Lo haces todo mal
·         No nos caes bien
·         Pesada
·         Vámonos cada vez que “Carlota” se junte con nosotras
·         No me dejan hablar contigo
Tanto es así, que varias niñas se pusieron a llorar al decir sus frases o al escuchar la de otros. En este punto, a los alumnos/as ya no les importa reconocer que las frases que le están diciendo a “Carlota”, se las han dicho a ellos/as en alguna ocasión un compañero/a que creía su amigo/a.
“Carlota” está hecha ahora una bolita arrugadita y comienzo la ronda de preguntas sobre los sentimientos, pensamientos  de “Carlota”  y sobre cómo se comportará ahora después de todo lo que le han dicho.
Intento obviar los llantos porque quiero usarlos de ejemplos evidentes para la siguiente fase.
Pero ellos/as, ya no hablan de los sentimientos ni pensamientos de “Carlota”, sino que expresan los suyos propios sin miedo a reconocer que son de ellos; y se les escapan frases como:
·         …yo no quería venir al cole cuando me decían que no les caía bien y que era una pesada.
·         …yo me sentía muy sola cuando sin saber por qué mis amigas dejaron se juntarse conmigo y se iban cada vez que yo me acercaba a ellas.
·         …mi madre tuvo que venir a hablar con la seño el año pasado porque yo no quería venir más al colegio.
Y más niñas, verbalizando sus sentimientos comienzan a llorar de nuevo. Lo obvio y continúo.
Damos después comienzo a la fase donde emiten frases que le hagan sentir bien a “Carlota”.
Pero siguen sin hablar de “Carlota”, dicen las frases que les hubiera gustado que le dijeran a ellos/as. A cada comentario positivo “desarrugo” poquito a poquito a nuestra “Carlota” hasta que queda completamente desliada.
Comienzo a preguntar sobre las arrugas de “Carlota” y me viene como anillo al dedo, las lágrimas espontáneas de las niñas que reviviendo esos recuerdos no han podido evitar.
Y ahora es un buen momento para establecer una comparación entre esas lágrimas y las arrugas de Carlota, y es momento de hablar de esas heridas que están por cerrar y que se llevan en el interior por muchos años y que afloran en el momento más inesperado porque a pesar del tiempo, aún duelen.
Y hay una alumna que me pide permiso para pedirle perdón a una compañera en presencia de todos y por supuesto que le digo que sí y las dos se abrazan en mitad de la clase, mientras todos nos emocionamos un poquito.
Seguimos hablando y siguen compartiendo otras experiencias similares ya sin importarles decir nombres y hechos, aunque los protagonistas estén presentes en clase.
Y empiezan a surgir de ellos mismos las reflexiones de lo que vamos a hacer de ahora en adelante, cuando ocurra una situación parecida.
Algunos expresan que aunque sabían que no estaban actuando bien, les daba vergüenza o no sabían cómo volver a acercarse a ese compañero al que habían causado daño.
Yo me ofrezco como “puente” por si alguno me quiere involucrar en situaciones futuras o aún sin resolver del pasado.
El buen “rollo” que  se respira en el aula nos contagia a todos. Me siento más cercana a ellos y las fisuras que existen entre los dos grupos de compañeras de clase bien diferenciados, se van difuminando y noto como si se hubieran roto las barreras imaginarias que entre ellos existían.
Me solicitan poner un buzón en la clase, donde de manera anónima cada uno pueda introducir una nota contando un problema que tenga con un compañero/a y que no sabe cómo arreglar, para que entre todos le ayudemos.
Me parece una idea magnífica y se ofrecen varios voluntarios para traer el próximo día una caja de buen tamaño que podamos forrar bonita y convertirla en nuestro “BUZÓN DE LOS PROBLEMAS QUE BUSCAN SOLUCIÓN”. La idea se va desarrollando y otros aportan la posibilidad de que no sea solo un buzón de problemas, sino que también podían dejar notas para decir cosas agradables a los compañeros/as y que les da “corte” decir en persona. Entonces ya no les parece bien el nombre del buzón y se inicia un debate de cómo llamarlo. Digo que no se preocupen que ya nos surgirá un nombre más adelante.
Proponen que se abra el buzón al final de la semana, para tratar los asuntos que nos encontremos. Me parece muy conveniente como terapia de grupo dedicar una sesión a la semana para esta actividad. Me gusta que se le dedique tiempo a algo que ha salido de ellos y que aporta bienestar al grupo.
Se van todos al patio pues la dinámica nos ha ocupado las 3 sesiones previas al recreo, y cuando vuelvo a mi mesa para recoger mis materiales para mi próxima clase, me encuentro un papelito doblado con un mensaje escrito: “seño, yo he llorado porque hace uno o dos años, muchos niños y niñas de la clase se metían conmigo y me decían que no se querían juntar, que era una pesada”.
Y se me viene a la mente, las veces que hemos hecho referencia en el curso al “sentimiento de pertenencia al grupo” y pienso que lo del buzón es una buena manera de comenzar a trabajar sobre esto con mi tutoría y, también pienso que tengo demasiadas “Carlotas” en mi clase.
Me ha encantado compartir esta dinámica con mi grupo pues me ha dado la oportunidad de acercarme a ellos, a sus sentimientos, sus miedos y a su interior de un modo espontáneo, natural (nada forzado) donde se han ido abriendo a mí y a otros libremente, y han compartido experiencias muy íntimas y personales en un ambiente de respeto, empatía y comprensión que entre todos hemos creado.
Al verbalizar estas experiencias estaban pidiendo ayuda sin saberlo y entre todos hemos dado soluciones y ayudado, sin emitir juicios de valor ni criticar a quienes han sido los “verdugos”.
Lo importante de la dinámica era buscar soluciones, no culpables y comprender y empatizar con las “víctimas”.
 Creo que se ha logrado con creces y esta práctica nos va a dar pie a buscar soluciones recorriendo el mismo camino. Ante ellos se ha abierto una nueva vía de entendimiento.
Un dato curioso: las niñas fueron mucho más participativas que los niños y las que más habían sufrido este tipo de situaciones a manos de otra compañera o grupo de compañeras. Me da por pensar que las mujeres somos más complicadas que los hombres, incluso desde pequeñitas; o que a los niños les cuesta más trabajo reconocer y exponerse en público mostrando sus sentimientos y miedos.
 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 17 de noviembre de 2015

¿Ayudamos a nuestros hijos y alumnos a enfocarse en soluciones?







    Sólo a través del autoconocimiento podemos entender porqué los premios y castigos no ayudan a un buen desarrollo emocional y social.
 
    En estas tres imágenes, breves pinceladas de lo que necesitamos para un pensamiento reflexivo y cómo podemos ayudar a los niños, y a nosotros mismos,  a comenzar a desarrollar estos cinco pensamientos y así trabajar el autocontrol, el concepto de responsabilidad sin culpa, poder enfocarnos en soluciones.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

miércoles, 30 de septiembre de 2015

BASES DE NEUROSICOEDUCACIÓN PARA UN BUEN DÍA DE CLASE

   Curso recién comenzado, cambios de rutinas, nuevos compañeros, modificación en el tiempo de sueño, cambio de hábitos alimentarios para los que acuden al comedor, nuevas relaciones sociales en las que interactuar, nuevo contenido académico que asimilar...este es el contexto con el que padres y educadores nos encontramos en estos momentos; nuestra amígdala está sensible, receptiva a cualquier estímulo que pueda indicarnos una posible amenaza y dispuesta a atacar, bien mediante la agresividad, o bien mediante la sumisión.

   Mi pregunta es, ¿ cómo podemos asumir los padres y docentes todo este cambio en la conducta si no tenemos unas bases mínimas sobre el funcionamiento del cerebro en el ser humano? Y la respuesta es clara: esta ignorancia se manifiesta, en muchas ocasiones, en una merma en la autoestima de los pequeños y en una desidia y desilusión por parte de los maestros, algo que repercute negativamente en el espíritu de la clase.

   Apenas llevamos un mes de curso, y ya hay niños que han oído frases como: "pues va a tener que acudir a clases particulares como sigas así" "¡pero cómo no entiendes eso!" "¡cómo has podido equivocarte en algo tan simple!" Estas frases llevan aparejado un mensaje muy claro y que va directo al alumno: "No confío en ti" O comentarios de niños como "la seño me lo ha explicado muchas veces, pero siempre de la misma manera, y como así no me entero, pues le digo que sí para que no se enfade"

   Es fundamental para todos los que trabajamos con niños tener muy claros ciertos conceptos:
  1. Para que haya un aprendizaje debe haber en primer lugar, ATENCIÓN
  2. La ATENCIÓN VOLUNTARIA sólo se obtiene cuando el niño encuentra sentido a lo que se está exponiendo. Esto significa que se genera, entre otros neurotransmisores,  la dopamina y adrenalina necesaria para que exista una MOTIVACIÓN INTRÍNSECA, algo que ayuda a fijar la información con la que se está trabajando, ayuda a memorizar. Atención-memorización- aprendizaje. Elementos que van de la mano
  3. La MOTIVACIÓN está estrechamente relacionada, tal y como indica el doctor Hernán Aldana, con nuestros MIEDOS. Esto implica que por mucho que le interese a un alumno un tema en clase, si su miedo a la participación en público, o su miedo a equivocarse, o a no entender lo que se explica en la forma en que lo expone el docente, no se trabaja adecuadamente, la motivación se irá perdiendo. MOTIVACIÓN Y CAPACITACIÓN van de la mano.
  4. La ATENCIÓN EJECUTIVA, la capacidad de concentrar la atención durante un período de tiempo, esa en la que necesito hacer uso de la capacidad de inhibición, se desarrolla en los Lóbulos Prefrontales, área cerebral de más tarde maduración, según autores hasta los 26 años de edad. Según Marina Drake, este tipo de atención constituye el nivel jerárquicamente superior de las variedades atencionales.
  5. NO TODOS APRENDEMOS DE LA MISMA MANERA, por lo que o adaptamos las explicaciones a nuestros alumnos, o seremos cómplices de que un avance satisfactorio de la clase no se lleve a cabo.
  6. Conocer las NECESIDADES ESPECIALES de los miembros del aula debe ayudarnos a crear una educación más justa, pero en ningún caso, debe servir como herramienta para ETIQUETAR a los niños. Las etiquetas son uno de los medios más comunes y aceptados para impedir el buen desarrollo emocional de la autoestima de alguien.
  7. En el aula se juega fundamentalmente con la MEMORIA DE TRABAJO Y LA MEMORIA INTERMEDIA, y esto es así porque no ha dado tiempo a que se generen las conexiones sinápticas necesarias para llegar a la MEMORIA A LARGO PLAZO, debemos trabajar mucho y relacionar un mismo contenido con contextos diferentes para que esto se produzca, así que por favor, no le pidamos peras al olmo.
  8. Si un alumno NO SE SIENTE INTEGRADO EN CLASE, se activará la cingular anterior, zona del cerebro encargada de avisarnos cuando tenemos un daño físico, y curiosamente, estrechamente relacionada con la atención ejecutiva; lo que indica que una falta de pertenencia al grupo por parte de un niño, afectará a su sistema atencional. 
  9. Por encima de cualquier herramienta educativa, está la ACTITUD DEL DOCENTE hacia el alumno. Para muchos niños, el motor de su autoestima reside en lo que el profesor opine de ellos, y eso es algo de lo que todos somos responsables, ya que, dejándonos llevar por las modas, el refuerzo positivo se ha usado hasta la saciedad en los últimos tiempos, tanto en el ámbito familiar, como en las primeras instituciones educativas que pisan los pequeños: pegatinas, caritas de emociones, chucherías, regalos... Un niño tiene que tener muy claro que SE CONFÍA EN ÉL. Sin esta actitud, todo lo demás carece de  sentido.
   Todos los que estamos relacionados con el mundo infantil, ya sea como padres, docentes, educadores...tenemos una responsabilidad que está por encima de nuestro cargo, y es la RESPONSABILIDAD SOCIAL. Los niños de hoy serán la sociedad adulta del mañana, y debemos hacer todo lo posible para que los pilares de ésta se basen en sólidos valores y principios.

   Cuando asumimos nuestras responsabilidades, directamente nos empoderamos, y tomamos consciencia de todo lo que cada uno de nosotros, dentro de su parcela, podemos hacer.

   Cuando estamos formados, cuando nuestra actitud hacia el niño es de confianza, las frases arriba enunciadas no tienen razón de ser.

   Para finalizar, hago un paralelismo con un principio básico que interioricé durante mis estudios de Derecho: Ignorantia Juris Non Excusat, "La ignorancia no te exime del cumplimiento de la Ley"
 
   Tenemos muchos recursos hoy en día, y en gran parte gratuitos, para poder formarnos y que la realidad de nuestros hijos sea diferente, sólo hay que conocerlos y querer ponerlos en práctica ;)

lunes, 24 de agosto de 2015

EL CEREBRO EN LA PALMA DE LA MANO


 
Con esta dinámica profundizaremos en el autoconocimiento. Es fundamental saber cómo funcionamos para poder trabajar con nuestras emociones y conductas.

La finalidad de este ejercicio es que los niños entiendan porqué ante determinadas situaciones nos comportamos de una determinada manera, que en ocasiones, puede llegar a ser hiriente para nosotros mismos y para los demás.

Asimismo, los pequeños entenderán también el porqué de determinados comportamientos por parte de sus amigos, padres y personas cercanas, elemento necesario para la adquisición de la toma de perspectiva y posterior empatía

Cuando un niño se siente atacado, y fruto de esta emoción reacciona mediante una conducta inadecuada ( conducta defensiva natural, propia de nuestra amígdala cerebral), es muy probable que posteriormente se sienta mal, se sienta culpable. La idea de esta dinámica es que el niño entienda que este tipo de conductas son inherentes al ser humano, que forman parte de nuestro sistema de supervivencia; todos, en un momento dado, podemos tener respuestas equivocadas. Identificando la respuesta inadecuada, el pequeño, con las herramientas que irá adquiriendo, podrá sustituir estas reacciones por otras más respetuosas para él y para su entorno.

Es muy importante que el adulto tenga claro que por nuestra propia naturaleza, siempre que identifiquemos una conducta como amenazante, aunque ésta no lo sea, nuestro sistema de defensa se pondrá automáticamente en marcha, de ahí las respuestas impulsivas de los pequeños ( y de muchos adultos). Sólo un trabajo continuado por parte de los cuidadores, de autoconocimiento y auto regulación, unido a la correspondiente madurez de cada etapa evolutiva, ayudará a los niños a la adquisición de otras vías más respetuosas para ellos mismos y para su entorno a la hora de expresar sus emociones.

Pongo un ejemplo: María está jugando con su muñeca y llega su hermana Lucía y se la quita. Automáticamente la amígdala de María la hará reaccionar, ya que su instinto de territorialidad ( mi muñeca) se ha visto atacado. Es posible que tenga una reacción ofensiva ( las respuestas amigdalinas son: defensiva, ofensiva, sumisión o inhibición))que es un mecanismo, tal como hemos visto, natural e inherente al ser humano. En este momento María no podrá razonar adecuadamente sobre su reacción, ya que está en modo "supervivencia"; habrá que esperar a que se calme para poder hablar tranquilamente sobre lo sucedido y enseñarle vías diferentes para gestionar su rabia. Por supuesto, a Lucía también hay que enseñarle cómo pedir las cosas adecuadamente. Cambiamos LA CULPA por la COMPRENSIÓN y el ENFOQUE EN SOLUCIONES hacia personitas que están desarrollando habilidades emocionales y sociales, pero que aún carecen de las herramientas suficientes para hacerlo adecuadamente.

 Se recomienda que el padre o madre  escriba los nombres de los tres sistemas cerebrales en una pizarra, folio, o los represente
gráficamente en función de la edad de los pequeños; realice representaciones teatrales, use un peluche o muñeco que sea un cocodrilo, otro un elefante, mono u otro mamífero, y otro que sea un ser humano…a fin de que la información se interiorice  mejor. Esta dinámica se ha realizado con niños de tres años en adelante, obteniendo resultados maravillosos. En función de la edad se irá adaptando el vocabulario.

Con la palma de la mano abierta alzamos el brazo, invitamos a los niños a que hagan lo mismo,  y exponemos:

Imaginaos que la mano es el cerebro. En el cerebro podemos distinguir tres sistemas: el cerebro cocodrilo o instintivo, que es el más antiguo, el cerebro mamífero o emocional, que puede ser un elefante o un mono, sensible, con mucha memoria; y el cerebro humano, cognitivo-ejecutivo.

El cerebro cocodrilo sería la muñeca, el cerebro mamífero el dedo pulgar, y el cerebro humano los cuatro dígitos restantes.

Para que las personas podamos actuar adecuadamente, sin estar enfadadas, sin faltar al respeto y expresando nuestros deseos de una manera idónea, es necesario que exista una conexión de los tres sistemas cerebrales, es decir, que el cerebro humano, contenga al cerebro mamífero y al cerebro reptil, de modo que el puño estará cerrado.



¿Qué ocurre cuando estamos muy enfadados? Que el cerebro humano se desconecta de los otros dos sistemas cerebrales. El cocodrilo se defiende, y ¿qué hace un cocodrilo? Ataca. Por eso cuando estamos muy enfadados hacemos y decimos cosas que en momentos de conexión plena no haríamos ni diríamos.

En este momento de la explicación, mantenemos la palma de la mano abierta.

Exponemos alguna situación nuestra en la que actúa el cerebro cocodrilo y solicitamos al niño que nos explique alguna otra en la que piensa que actúa su cerebro cocodrilo. Ejemplo: cuando gritan, empujan, insultan…

¿Qué ocurre cuando alguien dice o hace algo y nos sentimos triste? ( ojo con la forma de enunciar esta pregunta. No hago responsable a la otra persona de mis sentimientos. Soy yo quien me siento triste, aunque haya sido motivado por un hecho ajeno) Que el cerebro humano vuelve a desconectarse (abrimos nuevamente la palma de la mano), y en este caso es el cerebro emocional, el elefante que es tan sensible, el que se encuentra mal, pudiendo en ocasiones dejarse llevar durante mucho tiempo por un sentimiento o emoción; o el mono que es tan inquieto y a veces no puede parar de moverse.

Exponemos alguna situación nuestra en la que actúa el cerebro mamífero y solicitamos a los niños que nos expliquen alguna otra en la que piensan que actúa su cerebro emocional

¿Qué debemos hacer cuando quien rige nuestro comportamiento es el cerebro reptil o emocional? Conseguir la conexión plena mediante un tiempo fuera positivo (esta dinámica se explicará en otro momento. NO es la sillita de pensar ni ningún tipo de castigo enmascarado).

Una vez que se ha comprendido e interiorizado este ejercicio, la idea es poder hacer uso de él cuando el pequeño o el adulto se encuentran desconectados, con la palma de la mano abierta, es decir, actuando en modo supervivencia (cerebro instintivo y emocional); de tal modo, que un niño pueda decirle a otro: “Ahora mismo estoy así (palma de la mano abierta) y es mejor que no hablemos del tema, necesito tranquilizarme”. Llegará un momento en que el simple gesto de la palma de la mano abierta indicará a los integrantes de la situación concreta,  que no es momento de solucionar altercados, sino que es el momento de tomarse un tiempo fuera positivo.

 

A TENER EN CUENTA:
 

·         Debemos evitar emitir juicios sobre las conductas que los niños expresen. Recordemos que no se trata de juzgar, el objetivo primordial de este ejercicio es la identificación de conductas. Cuando los pequeños identifiquen conductas inadecuadas podrán reflexionar sobre ellas, y entonces enfocarse en la búsqueda de soluciones respetuosas.

 

·         Lo más importante de las herramientas y contenido de inteligencia emocional e instintiva es la actitud del adulto ante los infantes, la cual debe ser de comprensión y colaboración. Un niño tiene un comportamiento inadecuado porque no sabe hacerlo de otra manera, y el docente dentro del aula, o los padres en el ámbito familiar, tenemos la capacidad de enseñarles otras vías. Si vemos así las situaciones vividas con los niños, nuestra actitud hacia ellos también cambiará, y nuestra amígdala, responsable de las respuestas defensiva, no se sentirá atacada.



Fuentes: Artículos varios de Disciplina Positiva, El Cerebro del Niño, de Daniel Siegel