Cuando
nuestros pequeños dejan de ser tan pequeños nos encontramos con verdaderos
conflictos emocionales dentro de casa. Las discusiones aumentan, las caras
largas parecen quedar esculpidas durante días en sus rostros, las luchas de
poder entran en un bucle que parece no tener salida, y la sensación de
impotencia, tanto del adolescente como del padre o madre va en crescendo.
¿De
qué edad estamos hablando? Los límites son flexibles,
podemos decir que nos movemos entre los 10-12 años, lo que podríamos llamar
pubertad o adolescencia temprana, y la edad adulta, más allá de los 20 años.
Recientes
investigaciones han demostrado que durante la adolescencia, el cerebro, que
tarda más de 20 años en conseguir su madurez, “el cerebro experimenta un súbito desarrollo eléctrico
y fisiológico. El número de células cerebrales pueden casi llegar a duplicarse en
el curso de un año, en tanto las redes neuronales se reorganizan radicalmente, con
las repercusiones consiguientes sobre la capacidad emocional, física y mental.” (UNICEF, “ La adolescencia temprana y tardía” ) Este hecho explica, en parte, los conflictos con
los que nos encontramos en esta etapa vital.
Las
últimas investigaciones apuntan, tal y como hace la Disciplina Positiva, a la
gran oportunidad que nos brindan los conflictos con los adolescentes para
ayudarlos a conseguir herramientas personales útiles para la convivencia.
Para
los adolescentes, esta etapa es un proceso de identificación y reafirmación
como persona. Se pasa de la dependencia infantil a la búsqueda de la autonomía; llega la madurez sexual y existe un
deseo de pertenencia a la sociedad. Durante este período, los jóvenes viven
conflictos internos, ya que deben integrar su etapa y aprendizaje infantil con
todos los estímulos externos que están recibiendo. Todo esto puede generar
momentos de ansiedad, que tratados adecuadamente, con respeto, firmeza y
amabilidad, no tendrán más trascendencia que una parte más del proceso
evolutivo.
El
sentimiento de pertenencia tan importante para la Disciplina Positiva, ahora se
ve dividido en el adolescente, ya que no sólo es importante saber que pertenece
a su familia, también es importante saber que se le tiene en cuenta en sus
círculos sociales.
Por
otra parte, para los padres, es la etapa en que somos más conscientes de que
nuestros hijos no nos pertenecen (esta lección debiéramos aprenderla en el
mismo momento de la gestación), de que ya no nos necesitan tanto, que nuestra
autoridad sobre ellos ya no es tan efectiva, y que, poco a poco, dejamos de ser
en sus vidas, el gran eje sobre el que todo gira.
Esta
búsqueda de identidad e independencia (adolescentes), por un
lado, y ese miedo a “perder” algo tan preciado (padres respecto a hijos), por
otro, nos hace entrar en una lucha de poder que está condenada, sin duda, a la
incomprensión y al distanciamiento por ambas partes.
¿Cómo
podemos actuar los padres y educadores? Aquí van unas
pequeñas pautas:
ü Con
serenidad, respetando el proceso de
individualización de nuestro hijo.
ü Recordando
que aunque los amigos pasan a ser una parte muy importante en la vida del
adolescente, “los padres seguimos siendo
la principal fuente de seguridad para nuestros hijos”. ( FAROS, Sant Joan
de Déu)
ü Evitando luchas de poder
que no ayudan ni a la conexión ni al enfoque en soluciones.
ü Siendo
firme y amable con los límites, tanto
en su adopción como en su cumplimiento. Dónde están los límites es algo que
debe estar claro para los jóvenes.
ü Oír sin juzgar,
favoreciendo de este modo la comunicación.
ü Ser conscientes
de que en este período habrá conflictos que son la herramienta que tenemos para
que nuestros hijos aprendan habilidades comunicativas así como intra e
interpersonales.
ü Repetirnos
eso que tanto hemos dicho a nuestros hijos: El
amor compartido no es amor perdido.
Que
nuestros hijos quieran compartir sus vidas con más personas no significa que
dejen de querernos; al contrario, si los respetamos en su proceso de
crecimiento, adquiriremos un valor en sus vidas que traspasará a la etapa adulta.
Macarena Soto Rueda
Experta en Neurosicoeducación/ Neurosicadora en el aula/ Educadora en Disciplina Positiva/ Lic. Derecho