Transmitir este tipo de
contenido con palabras no es la forma más adecuada, ya que es en los talleres
de Disciplina Positiva, cuando trabajamos con la técnica del role-play, cuando
los padres podemos ver a través de los ojos de un niño y actuar en consecuencia.
Por suerte, son muchas las
herramientas de Disciplina Positiva que nos ayudan a retomar la maternidad con
la ilusión del primer día, convirtiendo los retos diarios en herramientas de
aprendizaje.
Creo importante, antes de
entrar a detallar casos diarios, aconsejar la adopción de determinadas pautas
de conducta que os ayudarán a los papás y a las mamás, a conectar, y asimismo, os
facilitarán una convivencia más pacífica con vuestros hijos.
v El TIEMPO. Es
fundamental en la crianza de nuestros hijos:
o
Respetar el ritmo de cada persona, y
especialmente el de los pequeños. Por favor, no contagiemos a los niños con
nuestro desenfrenado ritmo de vida.
o
Dedicar tiempo a enseñar cómo deben hacerse las cosas,
usando herramientas educativas respetuosas para el aprendizaje. ¿habéis
dedicado tiempo en explicarle a vuestro pequeño, por ejemplo, porqué es importante el respeto para poder convivir?
v CUIDADO PERSONAL.
Difícilmente podremos transmitir calma a nuestros hijos si nuestro estado
habitual es el nerviosismo y la ansiedad. El cerebro es un órgano social, y se
“contagia” fácilmente de las conductas y emociones ajenas. Debemos cuidarnos
para poder cuidarlos a ellos.
v TRANSMITIR EL MENSAJE.
¿Dejamos que nuestro enfado se manifieste como un caballo desbocado cuando una
actitud infantil nos irrita, y descalificamos
a los niños por dicha actitud? ¿O por el contrario les explicamos el porqué de
nuestro sentimiento de enojo y les argumentamos de qué otra manera podrían
haberlo hecho?
v ETAPAS EVOLUTIVAS,
PREJUICIOS Y NECESIDADES BÁSICAS. Ante una conducta que te enoje,
cuestiónate lo siguiente:
¿Es
propia de la edad?
¿Son
tus manías, prejuicios o el qué dirán, lo que más te ha molestado de la
conducta de tu hijo?
¿Tiene
tu hijo sueño, hambre, no se encuentra bien o ha tenido un mal día?
v ESTUDIAR LOS TEMAS CON
DETENIMIENTO.
Una conducta que se repite en el tiempo y probablemente cada vez con más
intensidad, no puede solventarse en el momento conflictivo. Debe tratarse en
momentos de serenidad, buscar la creencia errónea del pequeño y trabajarla día
a día. Sólo así podrá haber un correcto aprendizaje por parte del pequeño.
v EL CEREBRO ES
INMADURO. No olvidemos que el cerebro de
un niño está desarrollándose, es inmaduro, y lo será hasta pasado los 20 años.
A su favor tienen que la etapa de inmadurez se corresponde con la etapa de
aprendizaje, por lo que tenemos mucho
tiempo para que adquieran conocimientos. No tengamos prisa y hagámoslo
bien.
Dedicad unos minutos a analizar
si seguís normalmente estos pasos en la crianza de vuestros hijos.
Ahora sí, paso a citar casos
prácticos que espero os ayuden en vuestra gran aventura como padres.
1.- Conectar y dirigir
(El cerebro del niño, Daniel J. Siegel):
Una noche el hijo
de Tina, de siete años, se presentó en el salón poco después de irse a la cama:
¡Estoy enfadado porque nunca me dejas una nota por la noche! ¡Nunca me haces
cosas bonitas, y estoy enfadado porque todavía faltan diez meses para mi
cumpleaños, y no aguanto los deberes!
En
este caso, su madre podría haberlo mandado directamente a la cama, o se podría
haber puesto a la defensiva, argumentando que eso no se ajustaba a la realidad
o que los deberes eran obligación suya; sin embargo, Tina sabía que su hijo
estaba siendo dominado por el hemisferio derecho, y que no que necesitaba era
equilibrar la parte derecha con la izquierda del cerebro, así que actuó en
consecuencia: Tina lo estrechó, le frotó la espalda y, con tono maternal, dijo:
“A veces las cosas se ponen difíciles, ¿verdad que sí? Yo nunca te olvidaría.
Siempre te tengo presente, y quiero que sepas en cada momento lo especial que
eres para mí.” Lo abrazó mientras él le explicaba que a veces sentía que ella
le hacía más caso a su hermano menor que a él, y que los deberes le ocupaban
demasiado tiempo. Tina advirtió que su hijo se relajaba a medida que hablaba. A
continuación, abordó brevemente los temas concretos que él había mencionado, ya
que ahora estaba más receptivo para intentar solucionar problemas, y acordaron
seguir hablando por la mañana.
2.- Conectar y
dirigir. Caso de Talleres para Padres de Disciplina Positiva:
Jaime es un niño de 4 años que
se levanta llorando y pataleando casi cada día diciendo que no quiere ir al
colegio. Se niega a vestirse y a desayunar. (Su madre ya lleva tiempo hablando
con él y ha tenido tutoría con su profesora. Han llegado a la conclusión de que
es miedo a no “hacer bien las fichas”, sería una creencia errónea de
incapacidad, por lo que llevan días trabajando la autoestima en otros aspectos
de su vida)
La mamá intenta abrazarlo, algo
a lo que él se niega. Tras un rato de oposición:
Mamá: te veo muy enfadado
cariño, entiendo que no quieras ir al colegio
Jaime: ¡No, no quiero! ¡Es un
rollo! ¡Me aburro!
Mamá: ¿puedo abrazarte? Sólo
quiero darte un beso
Jaime no dice que sí, pero
tampoco se opone. Su mamá lo abraza y lo consuela, diciéndole que lo entiende,
que de pequeña había días en los que ella tampoco quería ir. Jaime se relaja un
poco.
Mamá: Venga, que hoy te ayudo a
vestirte y a desayunar.
Jaime: ¡Vale! ¡¡Pero yo no voy
al colegio!!
La madre en ningún momento le
dice que no va a ir al colegio, sólo está conectando con el hemisferio derecho
de su hijo e intentando tranquilizar a la parte reptil del mismo. Poco a poco,
va hablándole de sus amigos del colegio y de lo bien que se lo pasan juntos.
Jaime no dice nada, pero su talante comienza a cambiar. La mamá le dice que a
ella de pequeña le daba miedo hacer las fichas, pero que luego se daba cuenta
que era capaz de realizarlas y que aprendía mucho.
Tras el desayuno, su mamá le
dice que se lo pasará muy bien en el colegio, a lo que Jaime contesta llorando
diciendo que no quiere ir, aunque esta vez, con menos cólera. Su mamá se
arrodilla, se pone a su altura y lo abraza:
Mamá: ¿qué te parece si te
llevas al colegio el libro de Mickey que tanto te gusta? Podrás enseñárselo a
María, seguro que lo pasáis muy bien.
Jaime, finalmente, se sienta en
el coche y se dirigen al colegio, pero en el momento de salir del vehículo, se
niega, y su madre no sabe cómo convencerlo. Finalmente, tras comprobar que
jugar al pilla-pilla no la llevaba a ningún sitio, la mamá decide entrar y
sentarse junto a él, vuelve a abrazarlo y a decirle que lo entiende, que
entiende su miedo, pero que él puede hacerlo bien, porque es capaz, y que si se
equivoca no pasa nada, porque está aprendiendo, y su seño lo ayudará.
Jaime entró a la clase abrazado
de su madre, se quedó en brazos de su profesora, pero sin llorar, más
tranquilo.
Poco a poco Jaime opone menos
resistencia para ir al colegio, va superando su creencia errónea de la
incapacidad. Esta situación se repite cada vez con menos frecuencia y con menos
intensidad, ¡incluso hay días en los que Jaime está deseando ir al colegio!
2.- Asegurarse de que
el mensaje de amor es recibido. (Cómo educar con firmeza y cariño, de Jane
Nelsen)
La
señora Smith tenía miedo de que su hija estuviera tomando drogas. Había
encontrado un paquete de seis cervezas en el suelo del armario de su hija. La
confrontó con el paquete de seis cervezas en la mano.
-¿qué es esto?
-Parece
un paquete de seis cervezas, mamá.
-No
te hagas la lista conmigo, jovencita. Cuéntamelo.
-Mamá,
no sé qué quieres que te cuente.
-
He encontrado estas cervezas en el suelo de tu armario jovencita, y será mejor
que me des una explicación.
-Oh,
se me había olvidado por completo, se la estaba escondiendo a una amiga
-Sí
claro, ¿crees que me voy a creer eso?
-Me
da igual si lo crees o no.
En este caso, la preocupación
de la madre había llegado al miedo, se había dejado dominar por la parte
inferior de su cerebro, estando realmente impedida para dialogar de una manera
conciliadora con su hija. Le mostró su enfado y desconfió de ella, mandándole
el mensaje indirecto de que era una mentirosa, sin embargo, lo que la señora
Smith quería transmitir a María era algo muy distinto, y no lo hizo debido a su
intenso estado emocional.
Al día siguiente, la señora
Smith retomó la conversación con su hija, pero en esta ocasión teniendo claro
el mensaje que quería transmitirle:
-¿Podemos
hablar?
-¿De
qué quieres que hablemos?
-Estoy
segura de que, cuando empecé a gritarte por lo del paquete de cervezas anoche,
tú ni siquiera me importabas.
María
se sintió tan comprendida que comenzó a llorar. Con tono de voz acusador y
tembloroso, dijo:
-Es
verdad. He estado sintiendo que para ti yo no soy más que una molestia, y que
sólo mis amigos se preocupan realmente por mí.
-Entiendo
que te hayas podido sentir así. Cuando me angustio y te ataco, en lugar de
tratarte con cariño, ¿cómo ibas a
sentirte si no?
-Siento
muchísimo la forma en que metí la pata ayer.
-No
pasa nada, mamá. Yo se lo estaba escondiendo a una amiga de verdad.
-María,
te quiero muchísimo. A veces me asusta que puedas hacer cosas que te
perjudiquen. Mis miedos me vuelven loca y se me olvida decirte que es sólo
porque te quiero.- Rodeó a María con los brazos y dijo-: ¿Vas a darme otra
oportunidad? ¿Podemos empezar a hablar y resolver juntas problemas con un amor
e interés mutuos?
-Claro
mamá, me parece bien.
Como podéis observar en los
tres casos expuestos, la conexión emocional es fundamental, sólo estando en
sintonía con nuestros hijos, podremos encontrar actitudes conciliadoras y
colaboradoras. Somos los adultos los que primero debemos buscar esa armonía con
las emociones de los pequeños.
Si practicáis esto con asiduidad, en poco
tiempo, os sorprenderá ver cómo son vuestros hijos los primeros en usar
técnicas de conexión emocional, con sus hermanos, sus iguales, e incluso con
vosotros.
Macarena Soto Rueda
Educadora para Padres en Disciplina Positiva
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