jueves, 26 de diciembre de 2013

El mágico mundo de las emociones II.



Transmitir este tipo de contenido con palabras no es la forma más adecuada, ya que es en los talleres de Disciplina Positiva, cuando trabajamos con la técnica del role-play, cuando los padres podemos ver a través de los ojos de un  niño y actuar en consecuencia.
Por suerte, son muchas las herramientas de Disciplina Positiva que nos ayudan a retomar la maternidad con la ilusión del primer día, convirtiendo los retos diarios en herramientas de aprendizaje.
Creo importante, antes de entrar a detallar casos diarios, aconsejar la adopción de determinadas pautas de conducta que os ayudarán a los papás y a las mamás, a conectar, y asimismo, os facilitarán una convivencia más pacífica con vuestros hijos.

v  El TIEMPO. Es fundamental en la crianza de nuestros hijos: 

o   Respetar el ritmo de cada persona, y especialmente el de los pequeños. Por favor, no contagiemos a los niños con nuestro desenfrenado ritmo de vida. 

o   Dedicar tiempo a enseñar cómo deben hacerse las cosas, usando herramientas educativas respetuosas para el aprendizaje. ¿habéis dedicado tiempo en explicarle a vuestro pequeño, por ejemplo, porqué  es importante el respeto para poder convivir?
 
v  CUIDADO PERSONAL. Difícilmente podremos transmitir calma a nuestros hijos si nuestro estado habitual es el nerviosismo y la ansiedad. El cerebro es un órgano social, y se “contagia” fácilmente de las conductas y emociones ajenas. Debemos cuidarnos para poder cuidarlos a ellos. 

v  TRANSMITIR EL MENSAJE. ¿Dejamos que nuestro enfado se manifieste como un caballo desbocado cuando una actitud infantil nos irrita, y  descalificamos a los niños por dicha actitud? ¿O por el contrario les explicamos el porqué de nuestro sentimiento de enojo y les argumentamos de qué otra manera podrían haberlo hecho? 

v  ETAPAS EVOLUTIVAS, PREJUICIOS Y NECESIDADES BÁSICAS. Ante una conducta que te enoje, cuestiónate lo siguiente:
 

*      ¿Es propia de la edad?

*      ¿Son tus manías, prejuicios o el qué dirán, lo que más te ha molestado de la conducta de tu hijo?

*      ¿Tiene tu hijo sueño, hambre, no se encuentra bien o ha tenido un mal día? 

v  ESTUDIAR LOS TEMAS CON DETENIMIENTO. Una conducta que se repite en el tiempo y probablemente cada vez con más intensidad, no puede solventarse en el momento conflictivo. Debe tratarse en momentos de serenidad, buscar la creencia errónea del pequeño y trabajarla día a día. Sólo así podrá haber un correcto aprendizaje por parte del pequeño. 

v  EL CEREBRO ES INMADURO. No olvidemos que el cerebro de un niño está desarrollándose, es inmaduro, y lo será hasta pasado los 20 años. A su favor tienen que la etapa de inmadurez se corresponde con la etapa de aprendizaje, por lo que tenemos mucho tiempo para que adquieran conocimientos. No tengamos prisa y hagámoslo bien.

Dedicad unos minutos a analizar si seguís normalmente estos pasos en la crianza de vuestros hijos.
Ahora sí, paso a citar casos prácticos que espero os ayuden en vuestra gran aventura como padres.

1.- Conectar y dirigir (El cerebro del niño, Daniel J. Siegel):
 
Una noche el hijo de Tina, de siete años, se presentó en el salón poco después de irse a la cama: ¡Estoy enfadado porque nunca me dejas una nota por la noche! ¡Nunca me haces cosas bonitas, y estoy enfadado porque todavía faltan diez meses para mi cumpleaños, y no aguanto los deberes!                 

En este caso, su madre podría haberlo mandado directamente a la cama, o se podría haber puesto a la defensiva, argumentando que eso no se ajustaba a la realidad o que los deberes eran obligación suya; sin embargo, Tina sabía que su hijo estaba siendo dominado por el hemisferio derecho, y que no que necesitaba era equilibrar la parte derecha con la izquierda del cerebro, así que actuó en consecuencia: Tina lo estrechó, le frotó la espalda y, con tono maternal, dijo: “A veces las cosas se ponen difíciles, ¿verdad que sí? Yo nunca te olvidaría. Siempre te tengo presente, y quiero que sepas en cada momento lo especial que eres para mí.” Lo abrazó mientras él le explicaba que a veces sentía que ella le hacía más caso a su hermano menor que a él, y que los deberes le ocupaban demasiado tiempo. Tina advirtió que su hijo se relajaba a medida que hablaba. A continuación, abordó brevemente los temas concretos que él había mencionado, ya que ahora estaba más receptivo para intentar solucionar problemas, y acordaron seguir hablando por la mañana. 

2.- Conectar y dirigir. Caso de Talleres para Padres de Disciplina Positiva:
Jaime es un niño de 4 años que se levanta llorando y pataleando casi cada día diciendo que no quiere ir al colegio. Se niega a vestirse y a desayunar. (Su madre ya lleva tiempo hablando con él y ha tenido tutoría con su profesora. Han llegado a la conclusión de que es miedo a no “hacer bien las fichas”, sería una creencia errónea de incapacidad, por lo que llevan días trabajando la autoestima en otros aspectos de su vida)
La mamá intenta abrazarlo, algo a lo que él se niega. Tras un rato de oposición:

Mamá: te veo muy enfadado cariño, entiendo que no quieras ir al colegio

Jaime: ¡No, no quiero! ¡Es un rollo! ¡Me aburro!

Mamá: ¿puedo abrazarte? Sólo quiero darte un beso

Jaime no dice que sí, pero tampoco se opone. Su mamá lo abraza y lo consuela, diciéndole que lo entiende, que de pequeña había días en los que ella tampoco quería ir. Jaime se relaja un poco.

Mamá: Venga, que hoy te ayudo a vestirte y a desayunar.

Jaime: ¡Vale! ¡¡Pero yo no voy al colegio!!

La madre en ningún momento le dice que no va a ir al colegio, sólo está conectando con el hemisferio derecho de su hijo e intentando tranquilizar a la parte reptil del mismo. Poco a poco, va hablándole de sus amigos del colegio y de lo bien que se lo pasan juntos. Jaime no dice nada, pero su talante comienza a cambiar. La mamá le dice que a ella de pequeña le daba miedo hacer las fichas, pero que luego se daba cuenta que era capaz de realizarlas y que aprendía mucho.
Tras el desayuno, su mamá le dice que se lo pasará muy bien en el colegio, a lo que Jaime contesta llorando diciendo que no quiere ir, aunque esta vez, con menos cólera. Su mamá se arrodilla, se pone a su altura y lo abraza:

Mamá: ¿qué te parece si te llevas al colegio el libro de Mickey que tanto te gusta? Podrás enseñárselo a María, seguro que lo pasáis muy bien.
Jaime, finalmente, se sienta en el coche y se dirigen al colegio, pero en el momento de salir del vehículo, se niega, y su madre no sabe cómo convencerlo. Finalmente, tras comprobar que jugar al pilla-pilla no la llevaba a ningún sitio, la mamá decide entrar y sentarse junto a él, vuelve a abrazarlo y a decirle que lo entiende, que entiende su miedo, pero que él puede hacerlo bien, porque es capaz, y que si se equivoca no pasa nada, porque está aprendiendo, y su seño lo ayudará.
Jaime entró a la clase abrazado de su madre, se quedó en brazos de su profesora, pero sin llorar, más tranquilo.
Poco a poco Jaime opone menos resistencia para ir al colegio, va superando su creencia errónea de la incapacidad. Esta situación se repite cada vez con menos frecuencia y con menos intensidad, ¡incluso hay días en los que Jaime está deseando ir al colegio!

2.- Asegurarse de que el mensaje de amor es recibido. (Cómo educar con firmeza y cariño, de Jane Nelsen)

La señora Smith tenía miedo de que su hija estuviera tomando drogas. Había encontrado un paquete de seis cervezas en el suelo del armario de su hija. La confrontó con el paquete de seis cervezas en la mano.

-¿qué es esto?

-Parece un paquete de seis cervezas, mamá.

-No te hagas la lista conmigo, jovencita. Cuéntamelo.

-Mamá, no sé qué quieres que te cuente.

- He encontrado estas cervezas en el suelo de tu armario jovencita, y será mejor que me des una explicación.

-Oh, se me había olvidado por completo, se la estaba escondiendo a una amiga

-Sí claro, ¿crees que me voy a creer eso?

-Me da igual si lo crees o no.

En este caso, la preocupación de la madre había llegado al miedo, se había dejado dominar por la parte inferior de su cerebro, estando realmente impedida para dialogar de una manera conciliadora con su hija. Le mostró su enfado y desconfió de ella, mandándole el mensaje indirecto de que era una mentirosa, sin embargo, lo que la señora Smith quería transmitir a María era algo muy distinto, y no lo hizo debido a su intenso estado emocional.
Al día siguiente, la señora Smith retomó la conversación con su hija, pero en esta ocasión teniendo claro el mensaje que quería transmitirle:

-¿Podemos hablar?

-¿De qué quieres que hablemos?

-Estoy segura de que, cuando empecé a gritarte por lo del paquete de cervezas anoche, tú ni siquiera me importabas.

María se sintió tan comprendida que comenzó a llorar. Con tono de voz acusador y tembloroso, dijo:

-Es verdad. He estado sintiendo que para ti yo no soy más que una molestia, y que sólo mis amigos se preocupan realmente por mí.

-Entiendo que te hayas podido sentir así. Cuando me angustio y te ataco, en lugar de tratarte con cariño, ¿cómo ibas  a sentirte si no?

-Siento muchísimo la forma en que metí la pata ayer.

-No pasa nada, mamá. Yo se lo estaba escondiendo a una amiga de verdad.

-María, te quiero muchísimo. A veces me asusta que puedas hacer cosas que te perjudiquen. Mis miedos me vuelven loca y se me olvida decirte que es sólo porque te quiero.- Rodeó a María con los brazos y dijo-: ¿Vas a darme otra oportunidad? ¿Podemos empezar a hablar y resolver juntas problemas con un amor e interés mutuos?

-Claro mamá, me parece bien.

Como podéis observar en los tres casos expuestos, la conexión emocional es fundamental, sólo estando en sintonía con nuestros hijos, podremos encontrar actitudes conciliadoras y colaboradoras. Somos los adultos los que primero debemos buscar esa armonía con las emociones de los pequeños.
 Si practicáis esto con asiduidad, en poco tiempo, os sorprenderá ver cómo son vuestros hijos los primeros en usar técnicas de conexión emocional, con sus hermanos, sus iguales, e incluso con vosotros.

 

 

Macarena Soto Rueda

Educadora para Padres en Disciplina Positiva

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario